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[Epitafio escueto y enigmático que reza en la tumba de Borges, en Ginebra. Por nuestra parte, este será el espacio para la poesía y el pensamiento, como la manifestación de la sorpresa que nos asalta por el hecho de vivir. Invitación al sosiego espiritual, después de todo.]
lunes, 19 de diciembre de 2011
LA HORA
Entre el trasiego de gente, una mendiga con cara de dolor bracea con gesto autista pero comprensible: pregunta la hora a cuantos pasamos, enfebrecidos, a su lado. Sólo la hora. Tan sólo eso. Quizás nadie quiera ofrecer unos segundos de su tiempo a quien no sabe qué hacer con él, a quien lo gasta con tanto dispendio ahí sentada, sumida en una especie de eternidad ensimismada, por completo ajena al ajetreo que la circunda.
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1 comentario:
Pues sí, Andrei, a veces por no dar, no damos ni la hora, y eso que es gratis...
Una certera reflexión directa al corazón de esta sociedad egoísta donde cada cual se mira su ombligo.
Saludos y muy felices Navidades, si es que no editas otro post antes.
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