viernes, 13 de febrero de 2009

BÁLSAMO DE LOS DÍAS NEVADOS

Poco más se dirá de la nieve que no se haya dicho ya, y a duras penas podrán abrirse paso las palabras por entre lo que en sí misma contiene: el don de su silencio, su apariencia de piedad que, de cuando en vez, se cita con el mundo con tal de aplacar inútilmente su dolor...
Nada más ponerme a escribir en días así, lo que me apetece —y siempre acabo haciendo— es dedicarme a la pura y simple contemplación, apartando las cortinas y deleitándome con el esplendor de los copos que planean como retales descartados de un plumaje ignoto, misterioso, demasiado elevado para nuestro pobre entendimiento. 
Sin llegar tan alto, a uno le sorprende la lejanía de los gritos y las risas infantiles, como si con cada nevada nos fuésemos alejando un poco más de aquellos años dorados; así como el mapa azaroso que las huellas de unos pasos sin dueño trazan sobre el blanco organdí que cubre las aceras sin dirección aparente, y que nos habla de la trivialidad de todo afán humano.
A Gabriel, el inolvidable protagonista de "Los muertos" de Joyce, la nieve que ve caer, oblicua, a través de la ventana, se le clava dolorosamente después de comprobar que para su mujer él nunca significará lo que en su día significó para ella el bueno de Michael Furey. Mientras duerme, ajena ya a su doloroso recuerdo, doblemente alejada de su esposo, asistimos al nacimiento del dolor de Gabriel mientras descubre que la vida resulta inútil sin el deslumbramiento de un amor verdadero. Es la nieve la que marca la cadencia de sus reflexiones, la que atestigua la apertura de la herida y la que mansamente cubre con su misericordia la pesadumbre de los vivos, el eterno sueño de los muertos. 

 




11 comentarios:

Paco dijo...

A mi también la nieve me invita a contemplarla, desde una ventana, viendo como cae mansa sobre el tejado de la vieja casa de enfrente, o desde un coche, viajando hacia el oeste, cuando ya ha caído y cubre los campos, cuando todo es blanco y todo es silencio.
Algún día te haré una reflexión sobre los colores...

Andrei Rublev dijo...

Me asustas: ¿los colores admiten reflexiones? ¿si apenas son longitudes de onda, no? En todo caso, la espero.
Lo de contemplar la nieve, el agua o el fuego debe de tener algo de atávico. Los humanos nos quedamos como bobos. Más bobos nos volvemos cuando esos fenómenos nos suscitan formas diversas de literatura. Como si entendiéramos algo de lo que pasa en este mundo.
Besos y abrazos, fiel lector.

Olga Bernad dijo...

Sí, frío, blanco, silencio, soledad, pues la nieve busca ser contemplada a través de una ventana, bajo techo, y el exterior se queda abandonado, dejándose cubrir. Todo se alía para que nos pongamos a pensar. ¿Ha visto cómo miran los gatos caer la nieve? Como si supieran cosas.
Qué bien le sienta al paisaje nevado la tristeza de un hombre, mejor que el deslumbramiento de un amor verdadero:-)
Me ha gustado mucho, Arsenio.
Un beso.

José Havel dijo...

Querido don Arsenio:
tras algunos días sin internet (¿éramos capaces antes de vivir sin ella?), retorno, entre otros sitios, a su blog, el cual -tras leer la última entrada sé por qué- he echado de menos.
Un saludo.

Andrei Rublev dijo...

Estimada Olga, sin palabras me deja. Lo mejor de publicar una entrada (más allá de que sea buena o mala, trascendente o banal) es la generosidad de los amigos que se acercan a ella y tan amablemente la tratan. Con la suavidad de un paisaje nevado. Con la mansedumbre de un gato (ay, Borges!) que sabe del sentido de todas las cosas, de todas las cuitas humanas.
En verdad Gabriel representa al hombre verdadero, al que no sabe, al que se esfuerza en amar para que su vida cobre algún sentido.
Besos y gracias.

Andrei Rublev dijo...

O me estoy haciendo viejo (verdad evidente cada día) o de repente he cobrado una solemnidad inmerecida, mi querido Havel; lo digo porque se me trata educadamente de "usted", y, en cualquier caso, yo lo agradezco (coqueto de mí).
Mire, don Havel, que no se puede ser tan halagador con un escritorzuelo de blog, y además de provincias, que los tipos como yo somos muy dados a subirnos a la parra, y no precisamente para hacernos coronar con sus racimos y sus pámpanos. Mire usted que puedo ir por ahí encocorado y con mi vanidad sobre la chepa haciendo el ridículo.
Me explayo tanto porque no sé qué decir, porque me abruma con tanta generosidad (y con ningún fingimiento). Quédese, como buen cineasta que es usted, con la guinda del final de "Dublineses". Quitémonos ambos el sombrero ante la última escena de la última película de ese director honesto que fue Houston.
Y brindemos por nuestra amistad. Amigos como usted los quiero todos los días.
Muchas gracias : )

Paco dijo...

Precisamente, propiedades de las longitudes de onda son las reflexiones, refracciones...
Estos de letras...

Eduardo Arias dijo...

Tu, quoque, filii?
¿También tú, has caído en las torticeras y horroroides imágenes tras las que se agazapan los vídeos del Youtube?
Aun para ver la delicia de los fotogramas imaginados por el padre Huston, no deja de ser una incoherencia estética en tan cuidado y provechoso blog.
Con todo, te perdonamos porque tus palabras sobsrepujan el desaguisado, tan mansamente como los copos del último cuento de Dublineses, la única joya -inteligible- que escribió el maestro Joyce.

Andrei Rublev dijo...

Siento incluir imágenes de San Youtube, mi amado César, pero ya que ando en lo tecnológico, pues eso, a ilustrar también con imágenes en movimiento. Buen cine para estas páginas.
Gracias por tu fidelidad y tus inmerecidos elogios (no es modestia): hago el gilí mientras no tenga que hacer otras cosas de más fuste.
¿Qué demonios es "sobsrepujar", algo así como "condemor"?

Carmen Aliaga dijo...

He entrado totalmente en la blancura de tu lectura. Gracias por las sensaciones que nos transmites.Aquí tenemos una mañana soleada, en Zaragoza "nunca nieva" pero gracias a tus palabras casi he tocado los copos...
Desde luego yo sí creo en el simbolismo de los colores, quizá a cada uno nos diría algo diferente el blanco, el rojo, el amarillo...pero todo, hasta el color nos puede hablar si somos propensos a escuchar.
Un abrazo muy fuerte desde esta mañana amarilla y azul.

Andrei Rublev dijo...

Qué significará, Carmen, el amarillo y el azul. De qué nos hablan, de qué lugar vienen estas longitudes de onda, estos espejismos tan misteriosos. Supongo que el azul es un lugar para quedarse. Eternamente.
Besos y muchas gracias por estar ahí, siempre.