jueves, 20 de marzo de 2014

DESPUÉS DE LA BATALLA





Ausencia de deber moral a la que siguen la resignación y la indiferencia. No es este precisamente el paisaje después de una batalla. La forja con la que se encara esta última nunca produce frutos tan aciagos.


sábado, 15 de marzo de 2014

LAS PALABRAS



Termino, como siempre, por hallar alguna conexión entre lo leído y la propia experiencia. Doy con una frase de Barthes ("La incapacidad de nombrar es un buen síntoma de trastorno") y caigo en la cuenta de que cada vez son más los alumnos incapaces de explicar lo que dicen saber ("Lo sé, pero no sé explicarlo", te sueltan como quien da in extremis con el ingrato aliviadero que les permite liberarse de su desconcierto). E imagino a continuación que su bisoñez no se ha percatado aún de su intento por cuadrar el círculo, por explicar lo inexplicable, esa reiterada desventura de enfrentarse a lo inefable (e inefable para la adolescencia es todo: desde una sencilla definición hasta los devaneos impredecibles de la propia vida). Por el contrario, los adultos, incapaces de reconocer esta misma inefabilidad que por igual aqueja a chicos y grandes, acostumbramos en general a buscar síntomas de males inconcretos. De ahí que nos guste tanto indagar en el empíreo de la sociedad, la civilización o la historia.
Desconozco si habremos comenzado a soltar amarras desembarazándonos de las palabras, y tampoco sé si este habrá de ser un episodio en el devenir humano sin posible vuelta atrás. Hasta parece posible que estemos asistiendo a una transformación desconcertante y peligrosa, y el hecho mismo de que así sea ya infunde sus buenas dosis de interés.
Por mi parte, mi mundo continúa siendo este empecinarme en conectar las palabras con la vida de un modo seguramente desigual, discontinuo, que a duras penas es capaz de alumbrar las tinieblas que habitamos en solitario.


jueves, 6 de marzo de 2014

MUJER BELLA




Cuando una mujer bella habla contigo, acabas sintiéndote el secundario gracioso de una película.




El corazón es el radar de la belleza: se va acelerando a medida que esta se acerca.




sábado, 1 de marzo de 2014

PERVERSO CATOLICISMO



En el documental desfilaban bellas estampas de Dublín, el territorio que en su día habitó y describió James Joyce. La voz en off se dirigió decidida a sus años de infancia y adolescencia, a los estudios con los jesuitas en el Belvedere y a las obsesiones que atenazaron para siempre al joven autor de Dublineses: la religión, el sexo y la escatología. La vinculación llegó de forma automática: su obra no puede concebirse sin el trauma ocasionado por el oscurantismo católico y la confesión de sus pecados en tétricos confesionarios. Incluso se especuló con la posibilidad de que la escritura del genial irlandés hubiese sido bien distinta de haber dado con sus huesos en el Trinity protestante.
Sin ánimo de cuestionar tanta verdad incontrovertible, se echaba en falta alguna forma de ecuanimidad que consistiera en profundizar en su obra sin caer por ello en el prejuicio ideológico un tanto manido. 
Puestos a abundar en el cinismo, qué magnífica oportunidad perdida para responsabilizar al perverso catolicismo castrador de que el Ulises no haya sido una novela del todo redonda, o con mayor número de páginas, incluso —quién sabe— con un tono si acaso algo menos desolador. Por el contrario, acabó dando la impresión de que toda la grandeza del dublinés se limitó a frecuentar el "Davy Byrnes" con la sola intención de identificar las sinuosas líneas modernistas de su pub preferido con las curvas —estas, más carnales— de su adorada e incondicional Nora.