viernes, 23 de julio de 2010


SIN TIEMPO





Mucho más que la dudosa capacidad de reacción, me asombra el oscuro marasmo al que asisto, la densa tiniebla de la que formo parte. ¿Qué puerto se puede alcanzar si se ha renunciado por completo a remar en dirección alguna? ¿Hasta qué fondo llegaremos, arrastrados por el vertiginoso discurso de los tiempos? La respuesta sólo puede ser desalentadora, siniestra pero nítida: hace tiempo que ya hemos comenzado a desaparecer, confundiéndonos sin remedio con el paisaje, ese vacío diseñado para el deleite y la más estricta inmediatez; la realidad no aparece ya detrás del decorado, a cuyo vacío despliegue de infinitas combinaciones de ceros y unos dedicamos diariamente nuestro fervor de cuencas vacías, de ojos en blanco. El rey continúa desnudo, aunque no queramos verlo. Todo lenguaje, desprovisto ya de significado, se ha negado a urdirle un cobijo. Somos hombres sin hogar ni horizonte. Sin ritos. Sin tiempo.