miércoles, 18 de mayo de 2011


RAZONES PARA DESCREER


Descubro con interés que Unamuno había leído a Loisy, de lo que se deduce que su visión de Jesucristo y de las Sagradas Escrituras se construyó en buena medida con el andamiaje racional-crítico tan propio del siglo XIX.
A renglón seguido, transformo el dato en una consideración tal vez excesivamente personal, despojada a buen seguro de toda lógica, y que jamás se me había presentado hasta este momento. Aunque sólo sea por experiencia propia, se comprende demasiado bien que al menos la mitad de la humanidad busque sin éxito razones para creer; sin embargo, la entrañable y dolorida religiosidad de don Miguel, sumada a su exquisito uso de la razón, me sugieren la existencia velada del bando opuesto, sin duda más trágico, pero también más poético: el de quienes buscan denodadamente razones para no creer, para desasirse definitivamente de un bagaje que consideran inútil en lo que tiene de absurdo, infantil y recurrente.



1 comentario:

Jesús Sanz Rioja dijo...

No es que no haya razones para no creer; es que no satisfacen. Gonzalo Redondo caracteriza a Unamuno como un modernista español, lo cual es aceptable, dada la amplitud del concepto de modernismo. Lo que podría haber sido este hombre con un poco más de humildad...