sábado, 16 de febrero de 2013

TATUAJES





Dos padres convertidos en trampantojos. A priori, ningún atisbo de subversión, de contracultura o de exclusión social. Tan solo padres. Tatuados. Puesto que alguna vez se nos dijo que el medio es el mensaje, este último no sobrepasa el corto límite de la piel, es decir, nada profundo que comunicar salvo el hecho mismo de hacerlo, pero, eso sí, con ostentación: en un caso (código de barras en la nuca), como la siniestra confirmación de los peores vaticinios futuristas; en el otro, como un indecoroso grito que hace saber a los congéneres de la existencia de un sentimiento tan desgarrado, tan particular e intransferible, que acaba por transformarse en una pantomima de sí mismo.
A continuación, cabría comentar algo acerca de la derrota del pensamiento, o aledaños. Por de pronto, me llega un aforismo de Manuel Neila: "Es un héroe de nuestro tiempo: cultiva con entusiasmo el cuerpo, la estupidez y la impostura".


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