jueves, 4 de julio de 2013

DESDE LO ALTO,




el ser humano se parecería a esos pajarillos que van en pos de unas miserables migajas, sin más intención que la de acomodar el raudo movimiento a tan austeras intenciones.
Bajados ya al suelo, tal vez fuese osado suponer que aquel aún se mantiene en su santa pobreza: ahora la bendición súbita del canto, sólo para subrayar el silencio; luego el grácil acontecer del vuelo. Como la sencilla felicidad de la tarde.

3 comentarios:

Amando García Nuño dijo...

O como su compleja infelicidad.
Salud-itos

L.N.J. dijo...

El título de tu blog me recordaba a una oración. Hoy por fin he dado con ella. Es una oración de Valentino Salvoldi "De noche junto al río".
Empieza así:

No debes temer_

saludos.

Andrei Rublev dijo...


No sabía.

Gracias por la aclaración; incluso sin saberlo me agrada que sea eso que el ser humano hace de un modo natural, y que exige algunas, y no pequeñas, dosis de humildad...

Gracias. Un saludo.