miércoles, 20 de noviembre de 2013

INFINITO





Es la conmoción que sobreviene al comprobar que la iniciativa la tiene un casi infinito juego de espejos. El punto de partida fue una mutua fascinación, aquel atavismo —tan lejana en todo caso la selva primigenia— detenido en el tiempo por otros ojos fascinados. Y aún se suman hoy estos, que de este modo interpretan, sabiendo con certeza que no habrán de ser los últimos. 

6 comentarios:

L.N.J. dijo...

Un infinito muy laborioso, en una espiral casi incomprensible.

Andrei Rublev dijo...


El infinito suele serlo.

L.N.J. dijo...

Puede que para ellos el mono sea igual que es para nosotros, un pájaro enjaulado.

Andrei Rublev dijo...


¿Un pájaro enjaulado?

L.N.J. dijo...

El mono está encadenado...

Andrei Rublev dijo...


Está claro que para ellos era lo mismo que para nosotros. Aunque rectifico: para ellos era lo mismo en la medida en que era un mono, y eso fascina. (Resulta más dudoso que para aquellos tiempos resultase "significativo" el hecho de estar encadenado; este tipo de "sensibilidades" nos pertenecen más a nosotros).

En otro orden de cosas, y reflexionando sobre lo que escribí, me temo que he metido la pata, porque no se trata de una fascinación "mutua"; ésta le pertenece solo al humano...