jueves, 24 de diciembre de 2009


NIEVE




De entre todos los fenómenos físicos, la nieve predispone al ser humano, como ningún otro, a la introspección. Adquiere para su alma la calidad de metáfora: la reminiscencia de un territorio angelical, el descenso leve, la consiguiente acumulación y su consistencia ósea como el recuerdo de una idéntica e infinita sucesión de cuerpos exánimes, tocados ya por el dedo de la fugacidad...



4 comentarios:

Olga Bernad dijo...

Que esa introspección te lleve hoy a lugares dulces.
Feliz Navidad, Arsenio.

Andrei Rublev dijo...

Gracias, Olga, mi más fiel lectora, mi centro de gravedad permanente (no es broma).

Que te vaya todo muy bien, que continúes escribiendo, y publicando, e iluminándonos a todos...

Feliz Navidad (los lugares dulces están en el arte y donde y tú yo sabemos, junto a Él, el Único, el Eterno, el Que Es...). Amor y Bien, Olga.

Cher dijo...

La candecia de la sutileza nívea; quizá por eso invite a la introspección porque es el regreso al templo, a la consciencia de observarnos en cada paso y a sabernos vulnerables frente al frenético transcurrir. Puede que por eso los niños, con su gran intuición, se paren a celebrar el presente de la nieve, pues saben mejor que nadie del presente.
Un saludo Arsenio.

Andrei Rublev dijo...

Bien vista esa vulnerabilidad, nuestra constante fragilidad en este discurrir, la visión adulta de cuanto sucederá a partir de nuestro pasado.
Un abrazo, querida Cher.