viernes, 12 de febrero de 2010



Después de bajar a los infiernos, o lo que es lo mismo, después de comprobar que sobre nuestras cabezas no hay sino un cielo vacío, la escasa alternativa que se nos presenta es aterradora. Del terror habla "El hombre rebelde", de la continuada búsqueda de unidad y de justicia del hombre contemporáneo cuando ya ha logrado deshacer su vínculo metafísico, y cuya salida es sólo la crueldad y el crimen. Su justificación racional es lo pavoroso, buscándole así un sentido a partir de la deificación de la razón, de la historia o de la voluntad general. Da la sensación, pues, de que el hombre no dejará de sustituir unos altares por otros, convenientemente protegidos por su correspondiente cuerpo policial. Tal vez el corolario de todo ello sea la conciencia dolorida del hombre, su paradójica condición nunca asumida del todo, su lucidez arrebatada como el fuego de los dioses, cuya esencia es el reconocimiento mutuo y, con él, la tendencia a la universalidad.
Rara es la virtud de un hombre cuyo prestigio no ha decaído con el tiempo. Ese es el caso de Albert Camus, cuya lucidez se vio cercenada de forma prematura. Sin embargo, su fulgor es tan brillante que ciega al mirarse de frente. Y continúa haciéndolo.


7 comentarios:

Cher dijo...

Bueno yo no he leído nada de Camus (me responsabilizo de mi opinión), pero confío en lo que a ti, Arsenio, y en tu sensación: "Da la sensación, pues, de que el hombre no dejará de sustituir unos altares por otros, convenientemente protegidos por su correspondiente cuerpo policial."
Estoy en sintonía con lo que expones. Creo.
Quizá se trate de eso.., de CONFIAR; y no del mundo de la razón o de llevar la razón.
Los razonables son responsables y dan respuesta de sus actos. Los culpables tienen "su razón" para comenter el delito. A los culpables hasta les puede amparar: el cuerpo policial, estatal, judicial, bancario y demás organismos creados por "la civilización" ante la falta de confianza en la unidad y en la universalidad. Mientras que a los responsables... se les crucifica, o bien en los trabajos o bien en sus vidas personales con las mismas armas de: el cuerpo policial, estatal, judicial y bancarias (no son políticamente correctos).
De locos...como para hacerse rebelde, no crees?
Recuerda que no es lo mismo ser culpable que ser responsable de nuestros actos. Ni el mismo Dios (como juez y parte) nos tacha de culpables, pero si nos pide responsabilidades de nuestro vehículo (nuestro templo personal), aquí en nuestro viaje..,terrenal?
Un abrazo querido Arsenio.

Andrei Rublev dijo...

De locos, cierto. El ser humano es ese animal en la frontera, a medio camino entre la tierra y el cielo (permítaseme la cursilería), a un tris de alzarse contra todo, justificando esa rebeldía en nombre de una justicia que ha de ser, por su propia naturaleza, universal. Ahí radica su grandeza y su enorme problema, pues rompiendo con todo se justifica todo, incluso el asesinato. Es a es la lacra de la razón; de ahí la casi imposibilidad de toda rebeldía, tan sólo a cambio de matar y de morir.
En fin, en demasiadas honduras nos metemos.
Un saludo, Cher.

Dimas dijo...

Gracias Arsenio por tu visita.Ojalá el todo el mundo se parase un instante ,que es lo que hay entre la vida y la muerte, a reflexionar.

Un abrazo

Andrei Rublev dijo...

Tu blog es mi oasis. Lo busco cada día. Es la gozosa obligación de todo desierto.

Un abrazo, Dimas.

Eduardo Arias dijo...

Que tenga que ser necesario un aniversario para sacar de los anaqueles a uno de los más lúcidos (y lucidos) pensadores que los tiempos contemplaran...
Yo, a Camus, le debo al menos un 20 % de lo que soy. Y no sé si me quedo algo corto.
Tus palabras, bien que algo sombrías, me han gustado.

Andrei Rublev dijo...

La lucidez siempre quema, o corta, o saja... Y el libro es duro, difícil y sombrío, lo es.

Sofía Garzón dijo...

Ahora entiendo, casí siento un aire de parentesco expectral...y es que Camus,no alcanzo a ser cuando ya no estaba engendrando la certeza de la duda absurda en el pensamiento....