sábado, 2 de abril de 2011

LAMENTO CONVINCENTE DE UN TRISTE FIGURA


¿Por qué vienes a mí, blanda nostalgia,
y me haces escribir, y me hipnotizas,
y me otorgas este halo cotidiano,
un brillo que, por más que me resista,
se pega a mi figura desdichada
de triste literato de provincias?
Si al menos de provecho me sirvieras,
o estando tú a mi lado mil albricias
con sólo hacer un gesto yo ganara,
o fueras el amor que hay en mi vida
en forma de mujer de rompe y rasga,
cual la Muti, la Kinski o Nicole Kidman
—u otra más afín a mis hechuras,
como la hembra de al lado: mi vecina—.
Si ser feliz contigo fuese el hábito
de añicos hacer la ingrata rutina,
y tuvieses a bien adjudicarme
el leal compromiso de más días,
de mañanas de sol y más talento
vertido en buenas dosis de poesía...
Si tu agudeza al ojo me otorgara
el don de resolver el cruel enigma
que en desvelar consiste cuanto ocultan
la rama y la flor, la nube... la vida.
Si alguna de estas cosas concedieras
a este inédito poeta de provincias,
con un canto en los dientes yo me diera,
por bien empleadas fueran tus visitas.